1. El Verbo como principio de todo gobierno justo
- Jn 1,1-3: 1 Al principio existÃa la Palabra,
- y la Palabra estaba junto a Dios,
- y la Palabra era Dios.
- 2 Al principio estaba junto a Dios.
- 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
- y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
→ Para Santo Tomás, el Verbo (el Logos) es la razón divina que estructura el orden del universo. Toda autoridad legÃtima debe ajustarse a este orden. El poder polÃtico debe reflejar la razón divina para ser justo (STh I, q. 34, a. 1).
2. Juan Bautista reconoce la autoridad de Cristo
- Jn 1,29-34:
- 29 Al dÃa siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
- 30 A él me referÃa, cuando dije: Después de mà viene un hombre que me precede, porque existÃa antes que yo.
- 31 Yo no lo conocÃa, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel».
- 32 Y Juan dio este testimonio: «He visto al EspÃritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él.
- 33 Yo no lo conocÃa, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: «Aquel sobre el que veas descender el EspÃritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el EspÃritu Santo».
- 34 Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios».
→ San Juan no se apropia del poder que le reconocen las multitudes, sino que lo remite al que tiene verdadera autoridad. Esto muestra que la autoridad humana debe reconocer su lÃmite ante el poder divino (In Ioan. cap. 1, lect. 15).
3. Expulsión de los mercaderes del Templo
- Jn 2,13-22
- 13 Se acercaba la Pascua de los judÃos. Jesús subió a Jerusalén
- 14 y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.
- 15 Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas
- 16 y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquà y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio».
- 17 Y sus discÃpulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
- 18 Entonces los judÃos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar asÃ?».
- 19 Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres dÃas lo volveré a levantar».
- 20 Los judÃos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres dÃas?».
- 21 Pero él se referÃa al templo de su cuerpo.
- 22 Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discÃpulos recordaron que él habÃa dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que habÃa pronunciado.
→ Tomás ve aquà una acción real de Cristo: el MesÃas ejerce su derecho de corregir a quienes profanan lo sagrado. Es legÃtimo que la autoridad reprima la injusticia, sobre todo en lo que atañe al culto y al bien común (STh II-II, q. 64, a. 2).
4. El testimonio del Padre: legitimidad divina
- Jn 5,19-47
- 19 Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: «Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sà mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo.
- 20 Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados.
- 21 Asà como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere.
- 22 Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo,
- 23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
- 24 Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida.
- 25 Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán.
- 26 Asà como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella,
- 27 y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre.
- 28 No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz
- 29 y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio.
- 30 Nada puedo hacer por mà mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.
- 31 Si yo diera testimonio de mà mismo, mi testimonio no valdrÃa.
- 32 Pero hay otro que da testimonio de mÃ, y yo sé que ese testimonio es verdadero.
- 33 Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
- 34 No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.
- 35 Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz.
- 36 Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.
- 37 Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mÃ. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro,
- 38 y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.
- 39 Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mÃ,
- 40 y sin embargo, ustedes no quieren venir a mà para tener Vida.
- 41 Mi gloria no viene de los hombres.
- 42 Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes.
- 43 He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sà lo van a recibir.
- 44 ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?
- 45 No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza.
- 46 Si creyeran en Moisés, también creerÃan en mÃ, porque él ha escrito acerca de mÃ.
- 47 Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?».
→ Jesús se presenta como enviado del Padre, con autoridad divina. Santo Tomás lo usa para mostrar que toda autoridad subordinada (como la civil) debe estar ordenada a una autoridad superior, en último término a Dios (STh I, q. 42, a. 6).
5. El Buen Pastor: imagen del gobernante justo
- Jn 10,1-18: “El buen pastor da la vida por sus ovejas.â€
- 1 «Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante.
- 2 El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
- 3 El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir.
- 4 Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.
- 5 Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz».
- 6 Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les querÃa decir.
- 7 Entonces Jesús prosiguió: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
- 8 Todos aquellos que han venido antes de mà son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.
- 9 Yo soy la puerta. El que entra por mà se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento
- 10 El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.
- 11 Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.
- 12 El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye. y el lobo las arrebata y la dispersa.
- 13 Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.
- 14 Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mÃ
- 15 –como el Padre me conoce a mà y yo conozco al Padre– y doy mi vida por las ovejas.
- 16 Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y asà habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.
- 17 El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla.
- 18 Nadie me la quita, sino que la doy por mà mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibà de mi Padre».
→ Santo Tomás desarrolla aquà una teorÃa del gobernante cristiano: el poder no es para sà mismo, sino para el bien de los súbditos. El mercenario (mal gobernante) huye, pero el buen pastor (rey justo) se sacrifica (STh II-II, q. 185, a. 6).
6. Lavatorio de los pies: poder como servicio
- Jn 13,1-17
- 1 Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que habÃa llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que habÃa amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.
- 2 Durante la Cena, cuando el demonio ya habÃa inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo,
- 3 sabiendo Jesús que el Padre habÃa puesto todo en sus manos y que él habÃa venido de Dios y volvÃa a Dios,
- 4 se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura.
- 5 Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discÃpulos y a secárselos con la toalla que tenÃa en la cintura.
- 6 Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: «¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a m�».
- 7 Jesús le respondió: «No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás».
- 8 «No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mÃ!». Jesús le respondió: «Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte».
- 9 «Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!».
- 10 Jesús le dijo: «El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos».
- 11 El sabÃa quién lo iba a entregar, y por eso habÃa dicho: «No todos ustedes están limpios».
- 12 Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
- 13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy.
- 14 Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.
- 15 Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.
- 16 Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envÃa.
- 17 Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican.
→ Santo Tomás lo interpreta como una lección para los prÃncipes: el que tiene autoridad debe humillarse y servir. El que más manda, más debe al bien común (STh III, q. 40, a. 1).
7. No tienes poder si no te lo hubieran dado de lo alto
- Jn 19,11 (Jesús a Pilato): 11 Jesús le respondió: «Tú no tendrÃas sobre mà ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave».
→ Es uno de los textos clave en la doctrina polÃtica de Tomás: toda autoridad viene de Dios, directa o indirectamente. Pero si se usa contra el bien, se vuelve ilegÃtima (STh II-II, q. 10, a. 10).
8. La cruz como trono real
- Jn 19,19: 19 Pilato redactó una inscripción que decÃa: «Jesús el Nazareno, rey de los judÃos», y la hizo poner sobre la cruz.
→ Aunque irónicamente escrita por Pilato, Santo Tomás y la tradición ven en la cruz el trono del nuevo Rey, que reina desde el sacrificio, no desde el dominio. La legitimidad del poder cristiano pasa por la cruz, la justicia y la entrega.
Director proyecto Con San Pelayo.
— Luis Gonzaga Palomar Morán