Cien personas constantes pueden inclinar el rumbo de una sociedad


Cien personas constantes pueden inclinar el rumbo de una sociedad

Vivimos en un mundo dominado por grandes plataformas, propaganda institucional y masas desorientadas. Pero no te engañes: las sociedades no cambian por multitudes pasivas, sino por minorías activas, firmes y perseverantes.
Cien personas que insisten, repiten, aparecen y no se rinden pueden inclinar la balanza de la historia.


Comentarios, camisetas, octavillas y debates: el arte de estar presente

Imagínalo así: cien personas comentando todos los días en redes sociales, participando en foros, interviniendo en debates públicos, llevando camisetas con mensajes claros, repartiendo octavillas frente a un colegio o en la puerta de una parroquia.

No hace falta que ganen discusiones. No hace falta que griten más fuerte. Solo hace falta que no se callen. Que no desaparezcan. Que no se vayan a casa derrotados porque hoy no convencieron a nadie.


El secreto es este: pum, pum, pum. Día tras día. Año tras año.

  • La primera vez que dices la verdad, nadie te escucha.
  • La quinta vez, te ignoran.
  • La décima, se ríen.
  • La vigésima, algunos se enfadan.
  • La cuadragésima vez, alguien lo entiende.

De 40 formas distintas, repitiéndolo 40 veces. A 40 personas distintas. Por todos los sitios que puedas. Calará.


Años seguidos, sin parar

Una persona que repite un argumento con firmeza, educación y convicción durante veinte años, es infinitamente más poderosa que mil que lo repiten durante una semana y se cansan.

El mundo se ha llenado de voces superficiales, de emociones de moda, de campañas que duran dos días. El que no se rinde, el que sigue hablando cuando ya nadie quiere oír, acaba siendo la piedra que no pudieron mover.

  • ¿Te han ridiculizado? Bien.
  • ¿Te han censurado una vez? Intenta otra vía.
  • ¿Te han dicho que no sirve de nada? Entonces es que está empezando a servir.

Cien personas pueden:

  • Colocar ideas verdaderas en comentarios de noticias y redes.
  • Participar en debates públicos o en programas de radio local.
  • Asistir a todas las convocatorias, aunque solo vayan diez personas.
  • Repartir octavillas frente a lugares estratégicos.
  • Llevar una camiseta con una frase incómoda pero cierta.
  • Corregir con calma los errores en una conversación familiar.
  • Formar a otros para repetir lo mismo.

Es un núcleo constante, visible, persistente. Cien gotas que no dejan de caer.


¿Quién gana la batalla cultural? El que no se va.

Los grandes cambios no llegan con fuegos artificiales, sino con resistencia diaria, palabras repetidas, actos firmes y una fe profunda en la verdad.


Tú puedes ser uno de esos cien.


Y si ya lo eres: sigue. No pares. Repite. Aparece. Resiste.

Pum.
Pum.
Pum.
Hasta que cale.

Director proyecto Con San Pelayo.
— Luis Gonzaga Palomar Morán

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