Paradójico choque entre fe y separatismo
Para un catalán católico, la fe no está reñida con el amor a España. Pero cuando el separatismo adquiere puño político desde instituciones públicas o parroquias, surge un conflicto entre la identidad religiosa y la identidad nacional.
1. El trabajo y las instituciones públicas
Discriminación lingüística y profesional
En la administración del Estado, no se exige el catalán salvo como mérito muy minoritario: solo el 2‑3 % de los puestos lo valoran (Wikipedia).
Subvenciones y ayudas
También se percibe que el acceso a subvenciones culturales o sociales depende a menudo de demostraciones explícitas de lealtad al proyecto independentista. Algunos católicos se han quejado en redes sociales y foros (YouTube, Twitter) de sentir que sus iniciativas –inclusive actividades religiosas– quedan fuera si no encajan en ese discurso.
2. El colegio de los hijos
Inmersión lingüística obligatoria
Algunas madres han expresado en redes y grupos que sienten que acudir al colegio exige adoptar banderas o himnos independentistas: “preferías no levantar la voz en español”, contaban.
Se habla incluso de casos donde videos familiares circulan denunciando “intimidación” silenciosa por criticar al sistema educativo inmersivo (ElNacional.cat).
Identificación ideológica desde la infancia
Denuncian que en ciertos centros religiosos se promueve simbólicamente el “procés”: himnos, esteladas, actos patrióticos que anteponen la identidad catalana independentista incluso sobre la comunidad de fe.
3. Parroquias e iglesias
Promoción de discurso separatista
En algunos templos, relatos de fieles describen que se lanzan mensajes desde el púlpito o en catequesis que enfatizan la «Cataluña oprimida» por España, y se percibe como parte de la catequesis moral. Dirigen, según testimonios en YouTube y blogs, hacia la idea de que la fe católica exige comprometerse con el independentismo (muchos temen desaparecer si no lo hacen).
Jerarquía eclesiástica
Aunque no es un hecho dominante, hubo momentos históricos donde la jerarquía catalana tuvo enfrentamientos por su posición lingüística o política. Además, hay blogs como “Dolça Catalunya” vinculados a católicos que denuncian la connivencia entre independencia y determinadas corrientes dentro de la Iglesia (Wikipedia).
4. Ecos históricos: el peso del anticatalanismo y la resistència
El rechazo foráneo al catalanismo tiene raíces históricas profundas, desde la dictadura franquista hasta campañas mediáticas modernas que asocian identidad catalana con traición o extremismo (Wikipedia).
Esto ha generado un círculo en el que los nacionalistas catalanes reaccionan reforzando códigos de identidad: lenguaje, símbolos, cultura. Para muchos católicos esto supone que cualquier expresión de disenso interno (no querer alinearse con el separatismo) equivale a “no ser suficientemente catalán”.
5. Testimonios y relatos
Aunque no hemos encontrado estudios académicos centrados en católicos específicamente, sí hay testimonios y quejas públicas:
- En redes, se comparten videos de profesores, padres o trabajadores públicos que lamentan ser relegados en trabajos o reconocimientos por no alinearse con el catalanismo institucional.
- En foros y grupos privados de católicos, se describe una sensación de ser vistos como “traidores” si uno aboga por la unidad de España.
Conclusión
Para muchos catalanes católicos, el separatismo ha generado una contradicción insoportable: amar a su tierra y su idioma, pero sentir que en lo público —trabajo, escuela, subvenciones, identidad religiosa— se les impone un discurso político con el que no comulgan y que les deja fuera.
El choque entre la identidad de fe y la identidad nacional separatista genera una tensión cotidiana: un “infierno” hecho de sutiles exclusiones, exigencias lingüísticas, presión para alinearse políticamente y simbólicamente, y temor a perder empleos o relaciones institucionales si no se adopta esa identidad colectiva.
Director proyecto Con San Pelayo.
— Luis Gonzaga Palomar Morán