1. Educación financiera y fiscal: pendientes por implementar
Aunque se reconoce la importancia, la educación financiera formal sigue siendo marginal en los colegios. A nivel internacional, países como Reino Unido ya han establecido dicha materia obligatoria, mientras que en España apenas se han realizado experiencias piloto sin llegar a implantarse como asignatura curricular (Wikipedia).
2. Culpabilización del sector privado y favorecimiento del ámbito público
Asignaturas como Educación para la Ciudadanía (implantadas en algunas etapas) han sido criticadas por fomentar una narrativa contraria al libre mercado, generando prejuicios contra los empresarios (Wikipedia).
Además, el sistema educativo ha experimentado una frecuencia elevada de reformas ideológicas que priorizan la movilización social y la obediencia, más que la formación autónoma de criterio crítico (El País).
3. Incentivo a la dependencia y al empleo público
La estructura universitaria y la orientación formativa para acceder a empleos seguros —como cuerpos estatales y administrativos— es frecuente. Hay menos promoción de perfiles empresariales o iniciativas libres, lo que contribuye a que muchos jóvenes vean el empleo público como la meta más atractiva y segura.
4. Ejemplos recientes: talleres obligatorios de impuestos
El Banco de España solicitó recientemente integrarlos en el currículo desde Primaria hasta Bachillerato con formación práctica en economía familiar, ahorro y pensiones (Cinco Días).
Reflexión final
El sistema educativo español actual enseña poco sobre la responsabilidad fiscal autónoma, y más bien tiende a fomentar una mentalidad dependiente del Estado. La combinación de reformas ideológicas, ausencia de educación financiera sólida, y escasa promoción del emprendimiento convergen en una visión del ciudadano como receptor pasivo, más que como sujeto activo y libre —algo que va contra el ideal tomista de la virtud, la libertad y la responsabilidad individual.
Director proyecto Con San Pelayo.
— Luis Gonzaga Palomar Morán