Lo interesante de hacer proyectos que promuevan efectos mensuales o semanales presenciales entre próximos.

Un proyecto que genere eventos semanales o mensuales con la comunidad próxima puede justificarse ampliamente desde la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), la doctrina tomista y el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), en tanto promueve el bien común, la comunión entre personas y la dignificación de la vida social, espiritual y material.


1. Desde la Doctrina Social de la Iglesia (DSI)

a. El principio del bien común

Los eventos comunitarios son una forma concreta de buscar el bien común. Fomentan la participación activa, la solidaridad y el fortalecimiento de lazos entre personas que comparten un mismo territorio, cultura o historia. Esto se alinea con el objetivo cristiano de construir una sociedad más humana, justa y fraterna.

b. Principio de subsidiariedad

1883 “La socialización presenta también peligros. Una intervención demasiado fuerte del Estado puede amenazar la libertad y la iniciativa personales. La doctrina de la Iglesia ha elaborado el principio llamado de subsidiariedad.

Organizar eventos locales fortalece a la comunidad desde abajo, favoreciendo la autogestión, la corresponsabilidad y el fortalecimiento del tejido social sin esperar que todo dependa del Estado o de grandes estructuras.

c. Solidaridad

193 Las nuevas relaciones de interdependencia entre hombres y pueblos, que son, de hecho, formas de solidaridad, deben transformarse en relaciones que tiendan hacia una verdadera y propia solidaridad ético-social, que es la exigencia moral ínsita en todas las relaciones humanas. La solidaridad se presenta, por tanto, bajo dos aspectos complementarios: como principio social 415 y como virtud moral.416

Los encuentros comunitarios permiten vivir la solidaridad real, al crear espacios de escucha, acogida y servicio mutuo. Esto es vital en una sociedad que a menudo fomenta el aislamiento o la competencia.


2. Desde la doctrina tomista

Santo Tomás de Aquino afirma que el ser humano es animal social y político por naturaleza (Summa Theologiae, I-II, q.90-97), y por tanto encuentra su perfección en la vida en comunidad.

a. El bien común como fin superior

Desarrollar espacios para que las personas se encuentren, compartan y crezcan juntas es ordenar la vida hacia un bien mayor. El proyecto no solo busca entretenimiento, sino el florecimiento de la vida comunitaria, lo cual responde al fin natural y sobrenatural del ser humano.


3. Desde el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC)

a. La dimensión comunitaria de la persona

1879 La persona humana necesita la vida social. Esta no constituye para ella algo sobreañadido sino una exigencia de su naturaleza. Por el intercambio con otros, la reciprocidad de servicios y el diálogo con sus hermanos, el hombre desarrolla sus capacidades; así responde a su vocación (cf GS 25, 1).

Los eventos comunitarios son un medio práctico para dar respuesta a esta necesidad estructural del ser humano, permitiendo que se desarrolle integralmente y en relación con los demás.

b. Participación

1913 La participación es el compromiso voluntario y generoso de la persona en los intercambios sociales. Es necesario que todos participen, cada uno según el lugar que ocupa y el papel que desempeña, en promover el bien común. Este deber es inherente a la dignidad de la persona humana.

Fomentar espacios comunitarios de encuentro facilita la participación en la vida social y eclesial, haciendo que cada persona pueda ejercer sus deberes como ciudadano y como cristiano.


Director proyecto Con San Pelayo.
— Luis Gonzaga Palomar Morán

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