Cómo asegurar que el rey que se ponga no se desvía de la doctrina católica

Instrumentos tradicionales en España y mecanismos usados por reyes santos, acordes a la doctrina tomista

1. Legitimación:

Tomo I: Este volumen aborda los orígenes del pensamiento tradicionalista en España, desde San Isidoro hasta 1820. En él, Ferrer discute la concepción tradicional de la monarquía, donde la autoridad del rey proviene de Dios y es reconocida por los cuerpos sociales del reino.

Tomo II: Se centra en el periodo de la segunda Restauración fernandina y el precarlismo. Aquí se analizan las tensiones y las concesiones a los liberales, así como la importancia de las Cortes en la ratificación del monarca.

Tomo III: Este tomo se adentra en la primera guerra carlista, comenzando con la proclamación de Carlos María Isidro de Borbón como Carlos V. Se detallan los actos de juramento y reconocimiento del monarca por parte de las instituciones tradicionales.

Se recomienda leer: Melchor Ferrer: Historia del Tradicionalismo Español. Tomos I-VI. Disponible en: https://carlismo.es/melchor-ferrer-historia-del-tradicionalismo-espanol-tomos-i-vi/

2. El juramento del rey: compromiso irrevocable con Dios y la ley natural

El rey debe jurar mantener la fe católica, respetar las leyes tradicionales, y gobernar según la justicia y el bien común.
Este juramento es un acto sagrado y vinculante, del que no puede ni debe desviarse bajo pena de legítima corrección.

3. La ley natural: límite infranqueable

El monarca está sujeto a la ley natural y a las leyes fundamentales del reino que expresan el orden divino en la sociedad.
Cualquier intento persistente y sin arrepentimiento de alterar la fe, los principios morales del pueblo constituye un pecado grave y una usurpación ilegítima de poder.

4. El papel de las Cortes y la nobleza: corporativismo y asesoramiento

Las Cortes históricas, como cuerpo representativo de los estamentos naturales (nobleza, clero, municipios), tienen la función de asesorar y dar consenso a la acción real.
Se espera de ellas un papel de colaboración orgánica, asegurando que el rey mantenga su compromiso con Dios y la Tradición.

5. Dirección espiritual y confesores

El rey debe ser humilde, piadoso y obediente a los mandamientos de la ley de Dios y a la voluntad de Dios.
Confesores y obispos deben acompañar al monarca, recordándole su misión y advirtiéndole frente a posibles desviaciones.
Esta vigilancia espiritual es parte esencial para mantener el orden cristiano en el gobierno.

6. Control moral y responsabilidad del monarca

Conforme a Santo Tomás, el poder real es un ministerio al servicio del bien común y la justicia, y el rey responde ante Dios por sus actos.
El pecado grave del monarca —especialmente contra la fe o la justicia— es también una ruptura de la legitimidad.
La autoridad terrenal es delegada y limitada por la ley divina y natural; un rey que traiciona esta ley se vuelve ilegítimo en esencia.

7. Procedimiento legítimo para la corrección o deposición

La doctrina tomista permite la corrección de un monarca tirano o hereje, pero siempre con suma prudencia y respetando el orden.
La deposición debe realizarse por la autoridad legítima superior, que en la monarquía católica tradicional española se entiende que es la Iglesia.
No se admite la rebelión anárquica, sino un proceso ordenado, que garantice la justicia y la preservación del orden divino.

8. Fomento de leyes justas y subsidiariedad

El rey debe legislar siempre conforme a la ley natural y la justicia, promoviendo la subsidiariedad: respetando los derechos y subsidiariedad de las entidades menores (familia, municipios, órdenes religiosas).
La centralización excesiva o el abuso fiscal contra el pueblo son contrarios al bien común y pueden ser causa legítima de corrección.

9. La guerra y defensa del reino

En caso de guerra, el rey actúa como defensor legítimo del pueblo y la fe, pero siempre dentro de los límites morales y canónicos.

10. Ejemplo de vida piadosa y caridad

Como servidor de Dios, el rey debe dar testimonio de una vida de piedad, oración y caridad.
Su conducta pública y privada influye decisivamente en la estabilidad y santidad del reino.