Interpretación tomista de los Salmos en lo que se refiere a pecado y gobierno.


1. El rey como servidor de la justicia y representante de Dios

  • Muchos Salmos (ej. 2, 18, 20, 21, 45, 72, 89, 110) hablan del rey como representante de Dios en la tierra, ungido para gobernar con justicia y defender al pueblo.
  • Santo Tomás en la Suma Teológica enseña que el príncipe debe ser justo, prudente y obediente a Dios, porque su autoridad es ministerial (Suma II-II, q. 58).
  • El rey virtuoso es protector de la ley divina y promotor de la paz, por eso recibe bendiciones.

2. El pecado del rey y la deslegitimación

  • En varios salmos (ej. 7, 10, 14, 36, 52, 58, 82, 109) se condena la corrupción, la injusticia y la maldad de los gobernantes, que llevan al pueblo al sufrimiento y la ruina.
  • Santo Tomás afirma que la tiranía y la injusticia son pecados graves que rompen el orden natural y pueden justificar la pérdida de autoridad legítima (Suma II-II, q. 42).
  • Los salmos también expresan la oración para que Dios intervenga contra los reyes y príncipes malvados, reflejando la idea del “derecho de resistencia” implícito.

3. La oración del pueblo por un rey justo y la protección divina

  • Salmos como el 20, 28, 31, 72 y 144 son oraciones por la protección y sabiduría del rey para que guíe bien al pueblo.
  • Santo Tomás valora la importancia de la comunidad para pedir la gracia divina sobre sus gobernantes, y que el poder se ejerza conforme a la voluntad de Dios.

4. La justicia como fundamento del buen gobierno

  • El Salmo 101 habla de la promesa del rey de gobernar con integridad y desterrar a los malvados, lo que encaja con la doctrina tomista sobre la justicia y la prudencia.
  • El buen príncipe debe mantener la justicia y corregir la maldad para el bien común (Suma II-II, q. 58).

5. La soberanía de Dios sobre los reyes

  • Salmos 2 y 93 recuerdan que Dios es el verdadero Rey, y que los reyes terrenales son sus siervos y están sometidos a su voluntad.
  • Santo Tomás insiste en que todo poder humano es delegado por Dios y condicionado a su ley moral (Suma I-II, q. 104).

6. El castigo divino y la conversión

  • Salmos 6, 38, 51, 130 expresan el arrepentimiento y la esperanza en la misericordia divina para corregir el pecado.
  • Un rey o pueblo pecador puede recibir castigos para volver al buen camino, según la doctrina tomista (Suma III, q. 79).

7. El mesianismo y la esperanza en el rey justo definitivo

  • Salmos como el 45, 72 y 110 prefiguran al Mesías como el rey justo, fuente de justicia y paz perpetuas.
  • Santo Tomás interpreta estos salmos como profecías del reinado de Cristo, el Rey por excelencia, que trae la justicia perfecta (Suma I, q. 21).

Si se aprecia algún error, comuníquesenos por favor para poder corregirlo.

Director proyecto Con San Pelayo.
— Luis Gonzaga Palomar Morán

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