Antes del surgimiento del Estado moderno y de sus sistemas masivos de redistribución, los pobres eran ayudados desde una estructura orgánica y cristiana que articulaba justicia, caridad y responsabilidad moral. Este modelo no se basaba en la coacción fiscal, sino en el principio de subsidiariedad y el ejercicio de la virtud por parte de la comunidad.
1. La Iglesia como núcleo del socorro
Las parroquias eran no solo centros de culto, sino núcleos de asistencia social. A través del diaconado (originariamente dedicado a los pobres), del limosnero real en tiempos medievales, y de las obras de misericordia estructuradas, la Iglesia canalizaba la ayuda a:
- Viudas y huérfanos
- Enfermos y ancianos
- Peregrinos y mendigos
Esto se realizaba con criterios morales, bajo discernimiento espiritual y en un ambiente de reciprocidad humana. La limosna era parte del deber cristiano, no un mecanismo estatal impersonal.
2. Cofradías y hermandades: caridad corporativa
Las cofradías eran asociaciones de fieles que no solo se unían para el culto y la devoción, sino también para:
- Sostener hospitales, hospicios o escuelas.
- Atender a los hermanos enfermos o moribundos.
- Pagar entierros, dotes para huérfanas o rescates de cautivos.
Eran verdaderas redes de solidaridad cristiana, sin burocracia estatal ni financiación forzada. La ayuda no generaba derecho, sino gratitud y vocación de servicio.
3. Gremios: responsabilidad social profesional
Los gremios medievales, regulados por el orden cristiano, tenían funciones asistenciales:
- Fondos para miembros caídos en desgracia.
- Ayuda a las viudas e hijos de artesanos fallecidos.
- Formación de aprendices y control ético de los oficios.
Eran organismos intermedios, promotores de justicia y caridad dentro del orden económico. No se concebía una economía sin responsabilidad moral.
4. Hospitales cristianos: compasión institucional
Los hospitales medievales eran mayoritariamente fundaciones eclesiásticas o piadosas. Los dirigían órdenes religiosas (como los Hermanos de San Juan de Dios) y se sostenían por donativos, limosnas, herencias o patronazgos.
No eran lugares de “servicio público”, sino casas de misericordia, donde el enfermo era acogido como imagen de Cristo sufriente. El trato era personal y espiritual, no administrativo.
Caridad vs. justicia distributiva moderna
Santo Tomás de Aquino distingue claramente entre justicia distributiva (dar a cada cual según su puesto en el cuerpo social) y caridad cristiana (dar por amor al prójimo). El asistencialismo moderno —basado en impuestos y derechos abstractos— despersonaliza la ayuda, la convierte en reclamo ideológico y elimina el mérito, la gratitud y la virtud.
Antiguo modelo cristiano | Modelo estatal moderno |
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Basado en la caridad | Basado en coacción fiscal |
Mediado por instituciones intermedias (Iglesia, gremios) | Centralizado y burocrático |
Con discernimiento espiritual y moral | Sin distinción moral ni educativa |
Promueve la gratitud y la conversión | Promueve la exigencia y la dependencia |
Forma parte de la vida parroquial y comunitaria | Se delega al Estado como derecho impersonal |
Conclusión
El modelo de ayuda al necesitado, tal como lo vivió la cristiandad antes del Estado moderno, no era perfecto, pero estaba profundamente anclado en la virtud, en la comunidad y en la caridad cristiana. El receptor no era un número, sino un alma. Y el que daba, no era un burócrata, sino un hermano en Cristo.
Volver a este modelo subsidiario no es una utopía, sino una restauración de lo que ya funcionó, conforme a la naturaleza humana y a la ley de Dios.
Director proyecto Con San Pelayo.
— Luis Gonzaga Palomar Morán