1. La fe como virtud teologal
Según Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica (II-II, q.1-7), la fe es una virtud teologal por la cual creemos en Dios y en todo lo que Él ha revelado, no por evidencia humana, sino por la autoridad divina que no puede engañarse ni engañar. Esta fe debe profesarse exteriormente, pues la virtud no se limita al interior del alma.
2. La profesión pública de la fe
Jesucristo mismo enseñó: “A quien me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Pero a quien me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mt 10, 32-33).
Por tanto, callar la fe cuando se exige su confesión externa puede ser un pecado grave de omisión o incluso una negación implícita, según el contexto.
3. El carácter apostólico de la fe
La fe es apostólica porque se transmite por medio de los apóstoles y sus sucesores: “Perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hch 2,42). La Tradición apostólica implica que la fe no es algo privado, sino público, eclesial, visible y confesable.
10 Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación. (Rm 10,10). – San Pablo.
4. El silencio cobarde: patrística y teología moral
San Agustín enseña que callar la verdad por miedo al juicio humano es una forma de infidelidad (cf. Carta 93).
San Juan Crisóstomo afirma que el silencio del pastor es causa de condenación, porque su deber es anunciar la verdad a tiempo y a destiempo (cf. Hom. sobre Hechos).
Santo Tomás de Aquino distingue entre el silencio prudente y el silencio culpable. Si uno calla la fe por miedo al rechazo o a perder bienes temporales, comete una falta contra la virtud de fortaleza.
5. Encíclicas
El Papa León XIII en Sapientiae Christianae (1890) enseña que los fieles no pueden callarse cuando la religión está en peligro, y que deben manifestar su fe incluso con riesgo. San Pío X en Il fermo proposito exhorta a los laicos a comprometerse con la defensa activa de la fe.
6. Conclusión
La fe católica es pública, apostólica y visible. Callarla por respeto humano, por presión del entorno social, o por temor a perder ventajas materiales, puede constituir un pecado grave, contrario a la virtud de la fe y a la fortaleza cristiana.
La enseñanza constante de la Iglesia, desde los Padres, pasando por Santo Tomás, hasta los Papas, es clara: confesar a Cristo es necesario para la salvación.
- Todo el que se salva, se salva por los méritos de Cristo y mediante la gracia de Dios, aunque no haya recibido la predicación formalmente.
Director proyecto Con San Pelayo.
— Luis Gonzaga Palomar Morán