Frente a la oleada de incendios que azota España, tanto los gobernantes como la población están llamados a actuar con responsabilidad moral y sentido del bien común, principios centrales en la doctrina tomista. Siguiendo a Santo Tomás de Aquino, el Estado debe velar por el orden justo y por la conservación de los bienes comunes, entre los cuales se incluye la naturaleza como creación divina. Por tanto, las autoridades deben establecer políticas preventivas eficaces, dotar de medios suficientes a los cuerpos de emergencia, y legislar en favor del cuidado ambiental, entendiendo que la tierra no es mera posesión sino un don que debe ser administrado con sabiduría y justicia.
Desde la perspectiva de los Padres de la Iglesia, especialmente San Basilio y San Juan Crisóstomo, la creación es reflejo de la bondad de Dios, y su destrucción por negligencia o codicia es un pecado contra el Creador. La población, por tanto, tiene un deber de custodia sobre la naturaleza, lo cual implica evitar prácticas irresponsables. La solidaridad comunitaria, tan valorada por la patrística, debe traducirse hoy en apoyo a las víctimas y regiones afectadas por el fuego.
Las encíclicas como Rerum Novarum y Quadragesimo Anno, aunque centradas en lo social y económico, ofrecen claves importantes: como evitar la concentración de recursos en pocas manos. Aplicado a los incendios, esto exige evitar la especulación urbanística posterior a los desastres, promover un uso justo del suelo y fomentar la participación de las comunidades rurales en la protección de su entorno. La subsidiariedad, principio clave de esta doctrina, indica que el Estado debe ayudar, pero también permitir que las comunidades locales se organicen y tomen parte activa en la prevención.
En definitiva, el gobierno y sus malas leyes tienen que hacer que el propio gobierno con su gestión deficiente asuma responsabilidad en lo ocurrido. La luz de la tradición cristiana, nos recuerda que el dominio humano sobre la tierra no es absoluto, sino limitado por la ley natural y orientado al bien común. Los incendios no deben verse solo como tragedias naturales, sino también como consecuencias de un orden moral dañado que debe ser restaurado.
Director proyecto Con San Pelayo.
— Luis Gonzaga Palomar Morán