725: La oración: necesaria cada día

La vida cristiana no puede entenderse sin la oración. No es un accesorio ni un recurso para momentos de emergencia, sino el pulso vital de nuestra relación con Dios. Así como el cuerpo necesita el alimento diario para mantenerse en pie, el alma requiere de la oración cotidiana para vivir en gracia y crecer en la relación con el Señor.

Una relación que se cultiva día a día

Dios no quiere ser un “contacto ocasional” en nuestra vida. La oración diaria es el espacio donde esa amistad se fortalece. Allí aprendemos a escuchar, a dejarnos amar y a responder con gratitud.

No basta con momentos puntuales

Hay quienes se acuerdan de rezar solo cuando la necesidad aprieta: un examen, un problema de salud, una dificultad económica. Pero la oración no es solo un auxilio de urgencia. Es el respirar del alma. No podemos dejarlo para ocasiones especiales, porque perderíamos el trato continuo con Dios que da sentido a toda nuestra existencia.

Un compromiso

Dedicar un rato cada día a la oración es un acto de amor y de fidelidad. Lo esencial es reservar ese tiempo —aunque sea breve— en el que nos detenemos y nos colocamos ante el Señor.

Director proyecto Con San Pelayo.
— Luis Gonzaga Palomar Morán

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