San Juan: A la Luz de la Tradición

El 24 de junio, España celebra el nacimiento de San Juan Bautista, el Precursor, cuya venida fue anunciada como “voz que clama en el desierto: preparad el camino del Señor”. Esta fecha, tan marcada por la luz —al coincidir con el solsticio de verano— es rica en significado. Su figura nos recuerda que la historia se divide entre aquellos que anuncian a Cristo y aquellos que lo niegan, entre los que preparan el Reino y los que lo destruyen.

Una fiesta Cristocéntrica: contra el vacío del relativismo

Hoy, sin embargo, esta festividad ha sido vaciada de contenido. Fiestas populares, hogueras, rituales neopaganos e incluso expresiones de folklore carentes de orientación trascendente se han adueñado del día. ¿Qué ha quedado del profeta que señaló al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo? ¿Qué queda del fuego purificador de Dios, que no es el del espectáculo ni el de la banalidad, sino el del Espíritu Santo?

España vive tiempos convulsos, en los que el alma patria parece haber olvidado su raíz. La raíz de esta crisis moral y política —que padecen nuestros gobernantes, nuestras leyes y nuestras costumbres— no es otra que la renuncia a Cristo como Rey de la Patria. Una constitución neutra, relativista, positivista, que niega el derecho del Evangelio a iluminar el orden temporal, no puede sino producir frutos corruptos.

La tradición católica: luz para los gobernantes

Los Padres de la Iglesia, y muy especialmente San Agustín, enseñaron que no hay verdadera justicia donde no se sirve al Dios verdadero. ¿Cómo puede entonces haber verdadera política en un Estado que legisla como si Dios no existiera? Como recordó León XIII en su encíclica Immortale Dei (1885), «…de la misma manera los Estados no pueden obrar, sin incurrir en pecado, como si Dios no existiese, ni rechazar la religión como cosa extraña o inútil, ni pueden, por último, elegir indiferentemente una religión entre tantas».

España conoció en otros siglos una política guiada por principios eternos. Lo atestiguan los grandes tratadistas del tradicionalismo español como Donoso Cortés, Vázquez de Mella o Menéndez Pelayo, quienes vieron en el reinado social de Jesucristo no una opción devocional, sino el fundamento de toda sociedad ordenada. En su visión, el cargo político no era mero gestor, sino vicario del orden moral objetivo.

Esos principios estaban simbólicamente presentes en los retablos, en las universidades, en la enseñanza del catecismo, y aún en los sepulcros de los reyes. Uno de esos lugares de encuentro entre poder y fe es el retablo de la Capilla Real de Granada, donde reposan los restos de la Reina Isabel la Católica, paradigma de política cristiana, cuya obra misionera, educativa y legislativa brotó de un alma profundamente teologal. Se hace referencia a este retablo: porque la iglesia de San Juan Bautista fue la iglesia parroquial original del recinto de la Capilla Real de Isabel la Católica.

Santo Tomás Moro: un ejemplo de política católica

Ayer, 22 de junio, la Iglesia conmemora al mártir inglés Santo Tomás Moro, Patrono de los políticos católicos. Moro murió no por una causa política, sino por la Verdad. Prefirió perder la vida antes que traicionar su conciencia formada por la fe. Su fidelidad a la ley divina frente a una monarquía absolutista y al maltrato del matrimonio de un rey, que quería divorciarse. Él comprendió que un cargo público no puede mantenerse si exige renunciar a Dios. Su ejemplo es profético para los gobernantes de hoy, sumidos en la mentira, en la corrupción y en la cobardía moral.

La neutra constitución y la neutralización del evangelio

La actual Constitución Española, al declarar un supuesto “Estado aconfesional”, en realidad perpetúa una cultura hostil al testimonio cristiano. Se trata de restaurar el principio según el cual el Evangelio debe ser norma suprema de vida también en la vida pública. Al promover un laicismo funcional, se impide el apostolado de los políticos católicos, se relega la fe a la esfera privada, y se proclama de facto que la verdad es negociable. Así se impone el relativismo como única religión de Estado.

El Papa San Pío X advirtió en Notre Charge Apostolique (1910) sobre los peligros del modernismo político, esa ilusión de que puede construirse una sociedad sin Dios. En los tiempos que nos toca vivir, esta advertencia resuena con fuerza: “La causa de la decadencia presente es que la política ha dejado de mirar y mencionar a Cristo”.

Virtudes morales y restauración

Los cargos públicos, si quieren ser verdaderamente tales, han de regirse por las virtudes morales enseñadas por el Magisterio: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Pero también, deben vivir la virtud de la religión, madre de las demás virtudes políticas. El político cristiano no es un neutral, es un apóstol en el foro. Sin Dios, no hay virtud. Sin virtud, no hay patria. Sin patria, no hay política que salve.

Conclusión: de la noche a la luz

Así como San Juan Bautista anunció a Cristo al amanecer, también hoy necesitamos profetas que anuncien su Reino en medio de la oscuridad. España no será restaurada hasta que no vuelva a poner a Cristo en el centro de sus leyes, de su cultura y de su gobierno. No hay alternativa estable al Reinado Social de Jesucristo.

La fiesta del 24 de junio, que se celebra entre fuegos artificiales y supersticiones neopaganas, debe ser recuperada como una jornada de llamada al arrepentimiento (Acordándonos de San Juan), de conversión de sus cargos políticos y de reparación de las aberraciones que se vienen haciendo a causa del relativismo liberal. Porque “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech 5, 29).


Fuentes y referencias

  • San Pío X, Notre Charge Apostolique (1910)
  • León XIII, Immortale Dei (1885)
  • San Agustín, La ciudad de Dios
  • Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II
  • Juan Donoso Cortés, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo
  • Vázquez de Mella, Obras completas
  • Encíclicas preconciliares sobre el orden social cristiano
  • Catecismo Mayor de San Pío X
  • Vida y Martirio de Santo Tomás Moro
  • Documentación sobre la Capilla Real de Granada

Director proyecto Con San Pelayo.
— Luis Gonzaga Palomar Morán

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